lunes, agosto 25, 2008

ara sí: I know where syd barret lives

www.myspace.com/joanmiqueloliver

martes, agosto 19, 2008

Todos llevamos el nombre de un santo, de un hombre que no tenía nada. Es el nombre que nos dieron los padres. El nombre que no puedes pronunciar.

¿qué dirías de ti misma?
Duras.

Escribir un libro o no, es cuestión de tiempo, es un hecho aleatorio. Las palabras están allí y acuden a su cita. No sabemos nada, no somos nada. Sin embargo sucede, sólo (sospecho) a quienes no lo buscan, a quienes no lo desean, a quienes saben cobijar el secreto y agrandarlo, guarecerse en él.

Me lo dice una mujer sentada en un apartamento de Paris. Pudo estar muerta cuando llegué hasta ella, pero hablaba. No puedo jurar que sonría la gente que la conoció, que la recuerde, que sepa de ella. Miro al mar y no existo, el mar nos borra en palabras de otros, el paso de los días es lo único que tantos entienden, pero no es suficiente.

Sólo espero llegar al final de mis días tan seguro de Duras como hoy, cuando siendo sólo un párvulo sonrío y sucede. Sin más. Hay ropa tendida y afuera llueve. Vivir es tan sencillo como dejarse ser entre los días, dejarse morir. No saber nada, no ser nada, no querer, no perder, no esperar, no desesperar, no tener más don que la existencia, más virtud que estar aquí.

¿qué has hecho Duras?
escribir ¿y tú?
Yo no hago. Sólo sucedo.

Vivir para quien, para qué, para cuando. Nadie sabe. Pero no hay que arrojarse a la muerte sin más. Sólo dice eso.

Es necesario alguien a quien dirigir las palabras, cuando menos, a quien dirigir la vida, el amor. Es necesario un lector o un amante. Una voz. Duras. Yann. Dos voces en un apartamento de París. Noviembre de 1994. La mujer que me habla está viva, los párvulos la recuerdan y los vivos se sonríen, hablan de ella.

Marguerite es el nombre de un santo. El nombre de alguien que no tenía nada. El que le dieron sus padres. Es difícil pronunciar los nombres de la gente. Es tarea de años. En una cara no cabe cualquier nombre, en alguien a quien amas no cabe ninguno, en alguien que se está muriendo no lo sé. No sé que nombre dar a alguien que se está muriendo.

La Británica miente. Los prólogos mienten. Los periódicos mienten. Las hemerotecas están repletas de inexactitudes. M. Duras es alguien a quien echar de menos, no es nada, es alguien que encontró las palabras, el ritmo de las palabras, el ritmo del pensamiento. Es así de fácil, sencillez. Dejarse no ser, desde que has visto el mar.

La Británica dice: Marguerite Donnadieu. Ese es el nombre del santo, y el apellido del padre. Duras se nombró a sí misma, nombre de pueblo cercano. La enciclopedia habla de cine, novelas, guiones, de nouvelle roman, Élouard, Sagan, Hiroshima mon amour. Indochina. París. Un marido fugitivo de Buchenwald, la resistencia, el comunismo, la palabra, el poder de la palabra. De 1942 a 1995. Siempre escribir. Eso es todo, su último escrito.

¿Quien es Yann? ¿cuál es su nombre de santo?
Yann Andréa Steiner. A menudo no recuerdo su nombre. Sólo su cara.
Ven a su cara, Yann.

Duras no habla de nada, se deja llevar por las palabras que otros le traen al papel. ¿Y Yann? ¿Es un nombre deseado?

Cada día se vuelve más guapo.

El amor nos abandona. Así los hombres, nuestras propias fuerzas, cuando el viento se retira y no deja nada. Tus palabras en un libro, piedras en la presa. Tous les garçons et les filles de mon age han sido hermosos hasta la muerte. "C´est tout": el último libro, un día cualquiera, asombrosamente dulce y concreto. Directo como un beso, como una bala, limpio de vanidad y de aire. Mujer discreta de oriente, asombra tanta vida después de tanto tiempo, un amor por estrenar de tan vivirlo. Ochenta años de vida y cuantos de muerte y la voz, madame Duras, es la palabra justa sobre el objetivo justo. Tuve que decirlo, y tuvo que ser más largo, porque yo, embrutecido europeo de pies a cabeza, catástrofe norte-sur, hombre del este en un occidente de macdonalds, no tengo labios para ti. No quedan sonrisas para los muertos. Sólo seis pies bajo palabras sin voz.

Sólo soy vanidad y persecución del viento.
Ni pies ni caminos. Idiomas aleatorios. Acordes aleatorios. Jackanory stories. Lentos los incendios. Luces amarillas en habitaciones alquiladas. Mundo ya después de dioses y titanes. Barcas encalladas en el Hades. Río de arena hacia poniente. Lavadoras asesinas. Cadáveres centrifugados. Música y distancia. Pájaros aleatorios. Baile de vencejos. Gritos de vencejos y el cielo aquel de entonces. Cuando los ríos hacia el este. Cuando mar bajo los trenes. Cuando las naves y tu rostro eran las luces en la noche. Ninguna necesidad de remos. Hablar despacio. Mirar despacio. Formar parte de sus muertes. Bailar descalzo. Metralletas y tambores. Sueños gemelos. Buscabas unas manos en el día equivocado. Buscabas un ejército con el tambor equivocado. Somos los mismos de otros siglos. Marchar con el peán de los vencejos.

lunes, agosto 18, 2008

No gran cosa en la cabeza. Mercenarios extraviados en las tierras de los bárbaros. Madrugada en las terraza. Brumoso y desubicado. Me gusta el clima de este agosto.

lunes, agosto 11, 2008

Un cisma irreconciliable divide nuestro país desde hace siglos, sembrando sus campos con desdicha. Las dos facciones matan y mueren por la correcta grafía del apellido del ilustre Josep Maria de Segarra, que algunos herejes escriben Sagarra. Yo, para escapar de tan funesto círculo, me hice de Narcís Ollé, que algunos herejes escriben Oller.
Seres barbados. Espuma. Planchas afiladas. Crestas de la ola. Vértigo. Armarios y ataúdes. Carritos del supermercado. Despojos que devuelve la corriente. Huir hacia levante. Huir hacia el tsunami. Animales legendarios. Ibis bueyes y mangostas. Neocórtex desconfigurado. Primer día de trabajo. Oficinas de reclutamiento. Cadáveres post-vac. Miras telescópicas. Motos baratas. Mangostas de neopreno. Surferos samurais. Las playas de Montgat.

jueves, agosto 07, 2008

hemos perdido en el norte
la nostalgia del frío y la capacidad de
distinguir
las estaciones

las horas ya no pasan en los ojos
de los gatos