miércoles, junio 28, 2006
método paimore
Y todas las estaciones le parecían iguales. Los andenes, los pasajeros, las colillas en la vía, los durmientes de hormigón. Y esa mañana se equivocó al bajar, y echó a andar en dirección a su trabajo, y pese a que pronto advirtió el error pensó que debía continuar, confiando ciegamente en que surgiría de la nada el edificio acristalado de oficinas. No le importaba caminar toda la vida. Seguía la dirección correcta. En la ciudad equivocada.
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