- Llevaba un gran peso a sus espaldas, me decía: Una mañana Cristo vino a mí. Dijo "aquí mi cruz" y la llevo desde entonces a mi espalda.
- Luego, era un místico.
- Sí. Mas tarde me contó: andaba yo doblado bajo el peso de la cruz, cuando Cristo volvió a mí. Me dijo "aquí mis cojones, ya que estás, llévalos tú".
- Ah, pues al final era un tarado.
martes, junio 05, 2007
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