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- Envejecer no es una tara -dijo Monsieru Brul.
- Sí -respondió Wolf-. Deberíamos avergonzarnos de nuestro desgaste.
- Pero si a todo el mundo le ocurre lo mismo –Objetó Monsieur Brul.
- Y no tiene ninguna importancia –dijo Wolf-, si se ha vivido. Pero de lo que me quejo es de que se empiece por envejecer. Mire, Monsieur Brul, mi punto de vista es simple: mientras exista un lugar en el que haya aire, sol y hierba, tenemos la obligación de lamentar no estar allí, sobre todo si somos jóvenes.
Boris Vian
La hierba roja
(Tusquets Ed.)
jueves, agosto 17, 2006
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