viernes, agosto 04, 2006

las revelaciones del gran topo

Apuntes sobre la gravitación universal
(una aproximación a la verdad verdadera, by el Topito Floreal)

Desde el inicio de los tiempos el hombre y otros animales han escudriñado en vano los secretos de la madre naturaleza. Cada paso que les acercaba a la verdad se la mostraba cada vez más lejana e inalcanzable, provocando curiosidad y desazón a partes iguales. Aristóteles, Ptolomeo, Copérnico, Galileo, Pascal, Balmes, Einstein, Hegel y Tricaz. Todos aportaron su visión particular sobre el universo y sus misterios. Pero mi historia no empieza con ellos.
Corrían los primeros años de mi infancia cuando en mis paseos por Ciudad Natal descubrí un hecho extraño, una corriente de materia-antimateria que arrastraba imperceptiblemente al universo hacia un punto en concreto. Hacia una estatua ecuestre. Hacia el culo del caballo. Lo primero que noté fue que engordaba. Primero poco a poco, sin asustar a los paseantes. Un famélico jamelgo se convirtió año tras año en un lozano percherón. El general Prim, siempre en la grupa, orgulloso y altanero como toda gran figura pública, alzaba su cabeza al cielo, pero abría cada vez más y más las piernas. El proceso se aceleraba. Cuan mayor era la masa del caballo mayor velocidad de engorde. Basta pasear una mañana por la plaza y comprobar que en nada envidia nuestro caballo al gato de Botero.
La segunda observación fue la desaparición progresiva de los viejos y los bares. No se morían. No cerraban. Simplemente desaparecían. Mucho tiempo dediqué a pensar en ello, y no aclaré lo de los bares. Respecto a los viejos sólo quedaba una posibilidad. Eran engullidos por algún fenómeno ultramundano. Un agujero negro de antimateria los atraía hasta absorberlos. En mi ciudad sólo quedaban dos opciones. Las obras, o el caballo del general.
El descubrimiento definitivo del poder gravitatorio del caballo vino dado por tres indicios independientes, a saber: el descubrimiento mediante técnicas sofisticadas de medición de una disrupción gravitatoria en el lado norte de la plaza. Dos: la relación directamente proporcional entre el número de abuelos que desaparecían de los bancos adyacentes y el engorde desaforado del jamelgo. Tres: la irrefrenable pasión con que los más jóvenes del pueblo se abrazaban a la estatua en las noches de victoria del Barça. Baja por unos momentos la guardia, por efectos de la euforia y el alcohol, cualquier cuerpo dotado de materia y entendimiento gravitaba en espirales centrípetas alrededor del ano del cuadrúpedo, hasta ser totalmente engullido por el mismo, pasando a acrecentar la masa de la estatua.
Así las cosas propongo la instalación de aparatos adecuados para medir:
El campo gravitatorio alrededor del caballo.
La masa de la estatua, que desde ya les adelanto, será la equivalente a la de tres planetas medianos.
En caso de no prestarle atención ni remedio, les anuncio ya los males. El mundo entero gravita alrededor de ese ano. Del ano metálico de un caballo de general. Tarragona será el principio. Las murallas, el balcón del mediterráneo, el arc de Berà, la defensa titular del Nàstic, todo será engullido por el puto jamelgo de la capital de la avellana. Pero luego será el mundo. Hasta alcanzar la masa crítica. En ese momento el caballo estallará como una toma falsa del big bang. Un universo completamente desconocido emergerá de sus entrañas. Revoltijo de Plim y Salle y misa de ocho, hoquei patines, mecagundeus y vermut miró. En el marasmo sólo tres cosas quedarán del universo conocido: las cucarachas, Pere Anguera y la unió de botiguers.

1 comentario:

el erizo césar dijo...

hmmmm, la caca del futuro será de colores, como predijo el profeta siniestro, pero sí, se está gestando ya en el vientre del caballo caballuno

(y si, descartamos las papeleras y las tazas de los wc de cualquier bar, ya que todo va por fuera siempre)