lunes, julio 16, 2007

la gauche divine

La ruptura entre generaciones es una realidad que se da en todos los paises de Europa occidental, pero en Francia parece particularmente profunda. Una de las razones es ésta: la destrucción de las culturas populares y dialectales, de toda esa parte de la experiencia humana que se transmite de forma oral y en gran medida en familia (...) la erradicación de los supuestos "dialectos" abrió una enorme fosa cultural entre una generación y la siguiente: los padres hablaban una lengua, desvalorizada y menospreciada, y los hijos otra, encomiada como lengua de la cultura y de la civilización (...) y no hay nada que recuerde a sus hijos que la primera generación supo, en condiciones difíciles, conquistar su dignidad a través de la lucha. La ruptura entre generaciones también se sitúa allí.
(...)
La ruputura entre la juventud precarizada y en paro de orígen inmigrante y los trabajadores franceses tiene raíces históricas. La adhesión de estos últimos a los valores nacionales a través de los partidos de izquierda se efectuó, sin duda, en detrimento de la solidaridad con los oprimidos de las colonias (...) el PCF no sostuvo jamás la perspectiva de la independencia argelina, llegando hasta el extremo de votar los plenos poderes al gobierno de Guy Mollet en 1956 (lo que implicaba entre otras cosas otrogar poderes policiales al general Massu). Con el pretexto de combatir el imperialismo norteamericano, el PCF avalaba el imperialismo francés.

Esa misma izquierda depositaria del universalismo republicano, que salió a la calle como un solo hombre tras los nueve muertos del metro de Charonne en enero de 1962, no movió ni un dedo por los centenares de víctimas de la brutalidades policiales de octubre de 1961. Y participó en la conspiración de silencio que durante una veintena de años enterró a aquellos pobres desgracdiados bajo la capa de plomo de una omertà de lo más republicana.

(...)La izquierda, tanto en Francia como en toda Europa, no es más que la heredera de un siglo de cobardías, mentiras y traiciones. La izquierda destruyó las esperanzas del 68, al hacer regresar a la melancolía cotidiana a diez millones de huelguistas salvajes y aniquilar la perspectiva de un cambio radical en este país de mierda. La izquierda no es la solución al problema, sino parte de él, porque además de no haber sido nunca revolucionaraia, ni siquiera tiene ya medios de ser reformista y se conforma con agitar espantajos para movilizar a sus tropas. Cerrarle el paso al FN se convirtió así, durante los brillantes años del miterrandismo, en el argumento supremo (...) El colmo se alcanzó con el psicodrama electoral de la primavera de 2002. Entre ambas vueltas de la elección presidencial quedó prohibido abrir la boca para otra cosa que no fuera llamar a votar a Jacques Chirac a fin de cerrarle el paso a Jean-Marie Le Pen. Cualquier veleidad de debate (y en particular meterles las narices en la propia mierda a los popes de la izquierda) tropezaba invariablemente con aquella consiguan única, repetida hasta la náusea, y todo aquel que intentase abrir un verdadero debate era acusado de complicidado objetiva con el fascismo. Dicho de otra forma: no hizo ninguna falta que Le Pen saliera elegido para que la libertad de expresión desapareciera: era ya cosa hecha.

(...)Después del FN la República ha descubierto otro pelibro en casa: ¡el integrismo musulmán! Según la probada táctica del señuelo, la cuestión planteada por la revuelta endémica de los jóvenes inmigrantes se desplaza hacia la de la laicidad en peligro. (...) Ninguna persona de buena fe puede dudar de que los integristas musulmanes no han tenido nada que ver con la revuelta del otoño de 2005, y los informes de la policía política desmienten a su ministro sobre este particular.

(...) De lo que se trata, frente a los falsos debates sobre la integración del Islam en la República, es de criticar a ambos por igual. Y la exigencia de renunciar a las lilusiones religiosas y políticas sobre la condición de cada cual se presentará entonces como la exigencia de renunciar a una condición que requiere ilusiones. Ka crítica del cielo se transformará así en crítica de la tierra, y la critica de la religión en crítica del derecho, así como la crítica de la teología en crítica de la política. Lo demás no es más que bla, bla, bla, identitario o ciudadanista.

Alèssi Dell'Umbria
"¿Chusma? A propósito de la quiebra del vínculo social, el final de la integración y la revuelta del otoño de 2005 en Francia"
Ed. Pepitas de Calabaza.

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