La basura es freak. Lo freak es ley. La verdad está en lo hueco. Somos la menor de las desgracias imposibles.
2 comentarios:
Anónimo
dijo...
Cuando en 1935 navegábamos hacia América en el Arantxamendi, Balenciaga, desde el puente, pintaba mirando al mar. Pero no pintaba las olas, pintaba una yunta de bueyes de su caserío de Arrona.
Ese mar de Balenciaga era el territorio metáfisico de sus nostalgias, el sagrado —ningún— lugar donde los bueyes, que resumían el sentimiento de la tierra que dejaba, ararían eternamente. La piscina del cielo en la que hubiera querido zambullirse el escultor. El mar, continúa diciendo Oteiza, sobre el que trabajaba Balenciaga, era la bóveda del cielo. Así es la pintura prehistórica. Todas las pinturas estan hechas en el cielo, en el firmamento. Esto es lo que la cueva, la pared de piedra de las pinturas rupestres, representan..
Recuerdo muy bien la escena —que ya he contado en otras ocasiones— en la que Oteiza, a principios de los años sesenta, se esforzaba en explicar a un grupo de artistas jóvenes su idea del espacio vacío: Mirad ese encendedor, decía señalando el primer objeto que encontraba sobre la mesa. ¡Miradlo bien!. Y ahora, añadía mientras lo arrancada de su lugar de un manotazo, mirad el espacio que deja. Cualquiera que fuera la confusión que experimentamos en aquél momento y la fantasía que tuvimos que derrochar en las respuestas, lo que Oteiza quería mostrarnos, de la forma más simple y directa posible, era la desocupación, el "vaciamiento" del espacio. Era necesario pues para conseguir un espacio vacío, proceder al trabajo de eliminar de él la materia que lo ocupaba.
2 comentarios:
Cuando en 1935 navegábamos hacia América en el Arantxamendi, Balenciaga, desde el puente, pintaba mirando al mar. Pero no pintaba las olas, pintaba una yunta de bueyes de su caserío de Arrona.
Ese mar de Balenciaga era el territorio metáfisico de sus nostalgias, el sagrado —ningún— lugar donde los bueyes, que resumían el sentimiento de la tierra que dejaba, ararían eternamente. La piscina del cielo en la que hubiera querido zambullirse el escultor. El mar, continúa diciendo Oteiza, sobre el que trabajaba Balenciaga, era la bóveda del cielo. Así es la pintura prehistórica. Todas las pinturas estan hechas en el cielo, en el firmamento. Esto es lo que la cueva, la pared de piedra de las pinturas rupestres, representan..
Recuerdo muy bien la escena —que ya he contado en otras ocasiones— en la que Oteiza, a principios de los años sesenta, se esforzaba en explicar a un grupo de artistas jóvenes su idea del espacio vacío: Mirad ese encendedor, decía señalando el primer objeto que encontraba sobre la mesa. ¡Miradlo bien!. Y ahora, añadía mientras lo arrancada de su lugar de un manotazo, mirad el espacio que deja. Cualquiera que fuera la confusión que experimentamos en aquél momento y la fantasía que tuvimos que derrochar en las respuestas, lo que Oteiza quería mostrarnos, de la forma más simple y directa posible, era la desocupación, el "vaciamiento" del espacio. Era necesario pues para conseguir un espacio vacío, proceder al trabajo de eliminar de él la materia que lo ocupaba.
Publicar un comentario