domingo, junio 25, 2006

24-6

Venía todos los veranos, alta y rubia, la nariz chata, los ojos claros, pareo morado, bikini rojo, una toalla y un libro. Se sentaba a mirar las olas, leer y dormir. De vez en cuando se levantaba, iba hacia el agua, nadaba un buen rato, volvía a la playa. Jamás cruzamos palabra alguna. De vez en cuando un leve gesto con la cabeza y una sonrisa de reconocimiento. Así año tras año. A veces tenía mujer. A veces no. Pero siempre fui sólo a esa playa.

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